Mucho se dice sobre el déficit público, pero es poco lo que realmente se conoce de este concepto financiero. Por eso, en el siguiente artículo podrás leer un análisis completo para entender qué es y cómo se mide el déficit público, además de conocer sus características y definición, y entender por qué es bueno reducirlo, entre otros aspectos importantes.
Aunque se trata de un tema financiero que se pone con frecuencia sobre la mesa en debates políticos y gubernamentales, resulta de interés acceder a los detalles que hacen posible el buen ejercicio financiero del Estado, sea cual sea el país.
Índice
¿Qué es el déficit público?
El déficit público es la diferencia negativa entre los gastos e ingresos que se generan en el total de las administraciones públicas. Es decir, se da cuando un Estado gasta más dinero del que ingresa.
Si dicha diferencia diera un resultado positivo (por ejemplo, +5,43%), tendríamos que hablar de superávit público.

Lo que quiere decir que, si la administración pública no ingresa una cantidad de dinero mayor a la que se gasta para mantener en operatividad a los servicios públicos, entonces se genera un déficit público dentro del panorama económico.
Por ende, para contrarrestar tal desnivel en los gastos e ingresos se debe crear un presupuesto, el cual debe ir de la mano con el sistema inflacionario que se esté manejando en dicho país.
De esta manera, se podrá segmentar el dinero del estado y analizar cuáles son los ingresos a percibir (prever cuántos impuestos se recaudarán), y las operaciones y gastos totales que se invertirán.
¿Cómo se mide el déficit público?
El déficit público se expresa mediante porcentajes referidos al PIB (Producto Interior Bruto) de un país. De esta manera se obtiene un esquema financiero más claro con relación a la capacidad monetaria con la que se rige las actividades administrativas.
Por ejemplo, en España el año 2009 tuvimos un déficit público del 11,28%. Lo cual implica que la diferencia entre los ingresos y gastos del Estado fue negativa (gastamos un 11,28% más de lo que recaudamos), por lo cual nuestra deuda pública creció (para pagar los gastos de más).
¿Por qué es bueno reducirlo?
Hay que tener claro que todo el dinero gastado, más allá de lo estipulado por la cantidad de dinero que ingrese, debe consolidarse desde los recursos que se obtengan de manera externa para la economía pública.
Lo que quiere decir que, a medida que los gastos vayan ascendiendo dentro de la deuda pública, esto generará aún más deudas e intereses acumulados para las administraciones públicas que terminarán por ahogar el presupuesto de años posteriores.
Claro, esto no se trata de un aspecto sorprendente para quien maneje el sector económico. Pero sí es necesario huir los presupuestos que escondan altos niveles de déficit público, ya que no resulta económicamente estable ni rentable que se gaste mucho más de lo que ya se tiene asignado en las partidas.
Eso solo dejaría como resultado mayores endeudamientos innecesarios en el futuro con la finalidad de revertir los daños y cumplir los objetivos pautados.
Cuando se habla de economía pública, los gastos que se realicen dentro de cualquier actividad financiera, deben estar respaldados y enfocados en un correcto equilibrio para evitar la excesiva deuda. Esto es así porque dicha deuda la acaban pagando los ciudadanos con sus impuestos y pueden ahogar toda la economía de un país.
Además, cuando los gastos se posicionan por encima de las deudas asequibles para un país, los intereses que hay que ir pagando no permiten que el presupuesto realmente logre su objetivo final, que es otorgar un buen sistema público a los ciudadanos.